Me metí a la dichosa página y que creen?, que está de lujo la verdad, tiene un diseño muy simple y sin mucha ciencia, pero los artículos están llenos de vida, son actuales, divertidos y simples. Para demostrarlo les dejo este artículo que ni nos queda a los del salón por ser bn tomadores jajajaja, al menos ya sabremos de buenos lugares para la quitarnos la cruda.
Guía para crudos
Raúl Mejía
28/12/2009Me pregunto si en esta fecha alguien se pone a leer el periódico. Los eventuales lectores de esta columna deben estar humilditos hasta la ternura. Ya se sabe: sólo hay dos situaciones en que el ser humano es humilde: cuando se queda sin trabajo y cuando está crudo. Hoy, cuando la navidad ya ha dejado sus saldos a lo largo y ancho del mundo, me propongo sugerir algunos lugares santos para recuperar la cordura, dejar esos escalofríos y náuseas propias del evento decembrino y enfrentar con cierto decoro el resto de las horas de un día destinado a ser dilapidado en la hueva.
Yo sé: frente a un recalentado no hay forma de competir. ¿Cómo recomendarle a un ciudadano damnificado unos sopes de La Vía cuando lo esperan unas tortas de bacalao con bolillo tostadito? Pero debe haber almas en pena ansiosas de un platillo reconstituyente, refundador de la personalidad perdida en las últimas 24 horas. Para esos indigentes van mis recomendaciones.
En materia de guisos mañaneros no hay forma de coincidir, por eso mis propuestas son sólo para espíritus extraviados.
BORREGO
En el rubro borregueril, como en todo el catálogo garnachero, todos tienen su mezquita; personalmente no tengo empacho en recomendarles el negocio llamado “Lety y Javier”, frente a Costco, sobre el libramiento. Un local con espacio al aire libre y un servicio eficiente en donde se cocina el famoso borrego a la penca. Dice la leyenda que de esta franquicia hay al menos dos lugares más (uno por el rumbo de la carretera a Pátzcuaro) con un servicio más o menos aproximado a las de sus “oficinas corporativas”. Yo, de plano, aterrizo sin fallar en la matriz y disfruto el sabor del consomé de borrego con su ligero saborcillo a humo que recuerda otras viandas que pasan por el mismo proceso (tocino, salmón, jamones ahumados). Si uno llega temprano puede correr con suerte y alcanzar algo de montalayo, una pieza gastronómica que se cotiza alto en las mañanas. Un detalle a considerar: el abastecimiento de tortillas al comensal es un poco… ¿cómo decirlo? Mmh… sí, pichicato y, en otro asunto, una nueva variedad de salsas no les vendría mal.
MENUDO
Deben existir cientos de buenos lugares, pero esta guía se ocupa de un en particular en donde nunca escuchará el lapidario “no hay” de otros establecimientos. En “El señor menudo”, ubicado en uno de los portales de San Agustín, las cosas son de lujo: de entrada tienen todo dispuesto. La ingeniería menudera aquí tiene su más acabada expresión y el platillo solicitado llega expedito a la mesa del pedigüeño. Las tortillas están hechas a mano. Una delicia. Ojo: no “palmeadas”; eso ya es un lujo para millonarios. Otra cosa digna de mención en “El señor menudo” es la nula regulación del abastecimiento tortilleril al glotón. Usted puede pedir y pedir tortillas sin temor a ser llamado al orden y la mesura. Digno de atención es referir la existencia, siempre generosa, de librillo y nervio, dos piezas menuderas normalmente restringidas a los golosos extremos. El negocio cuenta con su expendio de jugos de frutas, ingrediente recomendado para pasar esos complejos bolos alimenticios ricos en lípidos y otras letales sustancias.
CARNITAS
Por años consideré a “Carnitas don Valente” la cima de este platillo, pero recién fui llevado por Netza Ávalos a “Carnitas el Güero” ubicado en la esquina de Músicos de Tiríndaro y Bucareli, muy cerca del Venustiano, a degustar un kilo de este sabroso alimento y supe lo irremediable: siempre hay alguien dispuesto a superar tu Everest garnachero. Así fue. Ahí me despaché cuatro tacos de aldilla combinados con cueritos que aún me hacen suspirar con añoranza. Estos tipos son de lo más organizados y hacen la mejor agua de guayaba que he probado en mi vida.
MARISCOS
En el catálogo oceánico las cosas son muy complejas. Creo es tan pareja la competencia que sólo por ciertas exquisiteces uno debe desviarse de su ruta habitual. “El navegante”, frente a la entrada principal de Ciudad Universitaria, tiene lo suyo. El pescado a la talla es magistral. Sin embargo, en este negocio usted puede estar seguro de una cosa: nunca, en toda su garnachera vida, tendrá la ocasión de probar una agua de horchata tan deliciosa. De verdad: NO HAY lugar en el hemisferio occidental capaz de superar esta bebida. No hay. Simple: no hay.
TACOS DE CANASTA
Un rubro victimizado por la sobreoferta. Ya no hay delicias en este aspecto. Todos están igualitos y saben bien en general. No sé la razón del abandono, cada vez más evidente, del taco de chicharrón. Pregunté a uno de los empresarios de este negocio y me dijo: el chicharrón tiene el problema de su excesiva humedad. No hay tortilla que se le resista y si no se venden rápido, se despedazan las unidades”. Me quedé con cara de “Wow” cuando escuché eso de “unidades” en lugar de “tacos”, pero bueno. Yo recomiendo los del boulevard Arriaga Rivera, a un lado del IMSS Camelinas, en donde la variedad de salsas es la reivindicación del mestizaje. La oferta de huevos cocidos es también una puesta la día de la tradición más exigente en la materia (ya ni hablar de las cocas chiquitas: básicas en esta ingesta).
SOPES
Que no le digan, que no le cuenten. La neta del planeta en materia de sopes está en Tres Puentes: “Sopes La Vía”. Un negocio con casi cuarenta años de experiencia y tradición, originalmente instalado a la orilla del Río Grande y a un lado de las vías del ferrocarril, salida a Guadalajara. Un negocio recientemente instalado en una de las calles de Tres Puentes para beneplácito de los conocedores. Aclaración: este fértil negocio sufrió una lamentable escisión en la familia y ahora cuenta con una rama rebelde pero igualmente competente sobre la carretera vieja a Guadalajara, enfrente de un motel llamado “Mandarina”. Ambos negocios hacen delicias en materia de sopes. Las dos partes de la familia dedicadas al “bisnes” siguen la tradición de sus abuelos: sopes verdes y rojos, quesadillas de distinta índole y las conocidas gorditas de picadillo y chicharrón prensado (sólo para piratas y bucaneros de la garnacha. Tipos duros pues. Aficionados, absténganse). De verdad, no hay mejores sopes aunque le juren de otro lugar, no lo crea. La neta está en estos establecimientos.
Y bueno, espero que hoy algún ser humano despistado se dé una vuelta por estas páginas y si su ánimo está subvaluado, se vaya a uno de los lugares recomendados. Yo espero la llamada de Ximena para recibir mi dotación de bacalao y enseguida irme a recibir el año nuevo en el azul Pacífico.